Mujeres que cuentan

Cuanto más cerca consumes, menos agredes a la naturaleza

Cuanto más cerca consumes, menos agredes a la naturaleza

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Ser mujer realizada profesionalmente mejora la situación en casa


Ana Álvarez no tuvo ninguna duda en dejar su puesto como Directora de Exportación de una empresa industrial y meterse de lleno en el mundo ecológico de la mano de Ekolo. “Hay veces que todo se alinea, y conectas”. Una conversación telefónica cambió su vida y ahora esta mujer navarra trabaja para cambiar la vida de todo su entorno.

Como ella asegura, “la naturaleza nos está dando avisos, tenemos que parar y escucharla”. Ana y la empresa donde trabaja apuestan por producir con materia prima del entorno, fruta y verdura local, de temporada y comprada directamente a los agricultores.

“Pero vamos a ver, cómo me voy a ir a comprar verdura a otros sitios más lejanos teniendo la huerta navarra que tengo aquí”. El sentido común manda también en el sector de la alimentación. “Cuanto más cerca consumes, menos agredes a la naturaleza”.

Ana Álvarez es una mujer moderna y adelantada a su época, por eso conecta muy bien con la empresa en la que trabaja. “El planteamiento sostenible hacia el que van ahora todas las empresas, Ekolo lo tenía desde que nació”.

Creció en un pueblo y el contacto con la naturaleza ha sido una constante en su vida. Marcada por su infancia, tiene claro que todas las decisiones que tomamos cuando compramos un producto, repercuten directamente en el desarrollo socio-económico de nuestro entorno y que, por lo tanto, hay que pararse a pensar: “dónde compras, a quién compras y qué compras, porque tiene una repercusión directa”.

Cree que en general cada vez hay más conciencia medioambiental y eso repercute en el consumo del producto ecológico que es cada vez más demandado y hacia donde todo el mundo debería ir. “Se está democratizando el producto ecológico, los precios están bajando y cada vez más gente puede acceder”. El bajo porcentaje de personas que podían comprar producto ecológico va creciendo y la Directora Comercial de Ekolo dice que su gran reto, y el de toda la agricultura ecológica, es ese: conseguir que más gente tenga acceso.

En cuanto a su papel como madre confiesa haberse sentido “mala madre” en alguna ocasión por el papel que nos sigue otorgando la sociedad, pero reitera en que “si haces un trabajo que te gusta, seguro que en casa vas a estar mucho mejor”.

Con este vídeo, puedes conocer mejor a esta mujer que, además de su puesto en Ekolo, es ponente en el Seminario Profesional del Master Comercio Internacional de la Universidad Pública de Navarra. Una gran profesional del comercio, llena de fuerza y amor por la naturaleza.

Bueno, a mí me sale… Supongo… Yo he crecido en ciudad, pero los fines de semana, el verano, siempre he estado en un pueblo pequeño donde yo considero que realmente he crecido. Sí. Es un pueblo de cien habitantes, donde además vivo ahora. Algo tendré en mi ADN, ¿no? que me ha llevado hacia ahí.

Soy Ana Álvarez y soy una mujer que cuenta.

Se alinearon los planetas, vamos a decir, ¿no? Hay veces que pasa eso. Yo estaba trabajando en una empresa más industrial y, cuando me llamaron de Ékolo, dije que sí, pero es que ni me lo pensé. Hay veces pues que pasan esas cosas ¿no?, que te llama alguien, estás hora y media hablando con una persona y conectas.

La naturaleza, con todo lo que está pasando, nos está dando avisos: todos los desastres naturales, el cambio climático, el tema incluso del COVID… Nos está diciendo la naturaleza que tenemos que parar, que tenemos que escucharla.

Ékolo es una fábrica que tiene ADN ecológico; todo, desde el edificio, el envase… Nosotros solo trabajamos con vidrio. Todo el packaging, digamos, de Ékolo va hacia allí, con criterios de sostenibilidad, de cuidar el medio ambiente, de apostar por materia prima local. Trabajamos con fruta fresca de temporada que viene directamente del campo. Estamos en constante comunicación con los agricultores, todo el rato: los vamos a visitar, vemos la fruta cómo está…

Este planteamiento ahora de lo sostenible por el que están apostando ahora muchas empresas, en Ékolo se hace desde que nació.

Pero, vamos a ver, ¡cómo me voy a ir yo a comprar verdura a otros sitios más lejanos, teniendo una huerta navarra como tengo aquí! Primero, por sentido común, ¿no? Ayudar al desarrollo económico de tu zona. La industria agroalimentaria en Navarra es tan importante porque la tierra donde estamos da el producto que nosotros necesitamos para trabajar.

Cuanto más cerca consumes menos agredes a la naturaleza.

Bueno, pues mira, te voy a decir una cosa, cuando entras a formar parte de esta filosofía de vida o de esta manera un poco de vivir, te empiezas a hacer ese tipo de cuestionamientos, porque, claro, todas las decisiones que tú tomas tienen unas consecuencias detrás. Lo que pasa es que no tenemos tiempo y a veces no queremos parar a pensarlo ¿no? Dónde compras, qué compras y a quién compras, tiene una repercusión.

Yo era una estudiante, bueno, normal. Con diecisiete años no tenía ni idea si quería ser ingeniera de minas o si quería trabajar de ebanista. Yo solo sabía que me gustaban los idiomas. Era lo único que sabía. Lo que pasa es que, bueno, tuve una época más complicada porque, bueno, pues fallecieron mis padres. Yo era bastante joven ¿no? Es una situación donde te quedas muy, muy solo, te quedas muy vendido, te quedas sin tu soporte vital. Fueron años de tirar hacia adelante, de sobrevivir. Lo que pasa es que mis hermanos y yo tenemos unos valores bastante sólidos. Nuestros padres nos dejaron una herencia muy de verdad y eso es lo que nos ha ayudado después a desarrollarnos como personas, pero esto es un camino duro, claro, sí, sí.

Las cosas difíciles que te pasan en la vida son con las que más aprendes, también, ¿no? Hasta los clientes difíciles me aportan cosas, fíjate qué mérito.

Hay que estar muy despierto, hay que estar vivo porque lo que un día es un éxito, pasado mañana ya es un fracaso. Es que esto va muy rápido, a una velocidad espeluznante. La parte buena de todo esto es que se está democratizando el producto ecológico, que los precios están bajando y que cada vez más gente puede acceder. Al principio era un producto que tenía un precio mucho más elevado pues porque había mucho menos.

Me he sentido mala madre muchas veces, lo que pasa es que logro vencerlo. El sentimiento de culpabilidad lo tenemos las mujeres mucho tiempo, ¿no?, porque nos han educado en estar en casa, en estar con los hijos, en la crianza… Anteriormente yo viajé muchísimo porque yo llevaba el departamento de exportación de una fábrica y ahora que tengo dos niñas pues se concilia a veces mal, a veces bien, negociando y sobre todo teniendo a una persona que es muy generosa. Entonces él gestiona los tiempos y podemos llegar a ese entendimiento.

Predicar con el ejemplo, ¿no? Tus hijos al final están viendo que estás haciendo un trabajo que te gusta y si profesionalmente haces un trabajo que te gusta, seguro que en casa vas a estar mucho mejor.

En todos los países nórdicos, la mayor parte de los productos que tienen ya son ecológicos. Tenemos que ir hacia ahí seguro. Llegar a abastecer la demanda yo creo que es el gran reto de la agricultura ecológica. Hay que encontrar el equilibrio entre lo local, la calidad y luego que tenga un precio que nos lo podamos permitir.

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