En EROSKI sabemos que detrás de cada producto local hay una historia. Una historia de tradición, esfuerzo y cultura colaborativa del entorno más cercano. Una historia que, en este caso se remonta a hace casi 100 años con el primer obrador de lo que hoy conocemos como Casa Eceiza. Hablamos con Arantxa Oquiñena, gerente de Casa Eceiza, sobre la filosofía de la marca, la innovación basada en la tradición, y el disfrute de los momentos dulces.

Resúmenos la historia y la filosofía de Eceiza

Nuestro origen se remonta a 1924, a la experiencia de los pasteleros que empezaron a dar forma a lo que después llegaría a convertirse Casa Eceiza S.L., fundada en 1995. Es entonces cuando empezamos a elaborar nuestros productos más emblemáticos, las tejas y cigarrillos de Tolosa y desde entonces, todo ha sido una evolución continúa hacia nuevas recetas y productos que en aquel entonces ni nos hubiéramos imaginado poder llegar a ofrecer en el mercado; galletas, tartas en diversos formatos y sabores, polvorones, turrones o chocolates de distinto tipo por mencionar algunos.

La filosofía principal de Casa Eceiza se centra en una idea muy sencilla: dar todo el protagonismo a ese momento en el que disfrutamos de un dulce o un buen postre.

Eceiza es algo más que una fábrica de pasteles y repostería, ¿Por qué?

Nosotros creemos que una fábrica o una empresa es siempre algo más que el producto que ofrece, que en nuestro caso son la repostería y el dulce. Son muchos los elementos que participan en el desarrollo de la actividad de una fábrica (muchos de ellos invisibles para la mayoría, pero vitales para la organización). En nuestro caso, somos cada día más conscientes de que no podemos tener un producto tan valorado como el nuestro sin una materia prima excelente. Nos esforzamos en conseguir materias de gran calidad que nos permiten marcar la diferencia. Además, llevamos un tiempo empeñados en que trabajar con proveedores de nuestro entorno más cercano. De momento, en algunos casos esto sigue siendo complicado o incluso imposible, pero hay que seguir insistiendo.

Qué decir del factor humano, nuestro equipo. Son los primeros que valoran nuestros productos y eso se nota en su forma de trabajar. Se trabaja con intensidad en todos los departamentos, pero a su vez, tratamos de hacerlo con mimo, cuidado y rigor.

Casa Eceiza empezó como obrador, y hoy en día, sigue siéndolo, aunque haya crecido en tamaño y capacidad. Su estructura ha ido creciendo en paralelo y esto nos permite trabajar para diferentes tipos de cliente a los que proponemos una amplia gama de productos y referencias, pero lo hacemos como obrador que somos.

Los valores con los que empezamos siguen ahí, sin perder fuerza: la calidad, el trabajo realizado con gusto y con un claro objetivo, que la gente disfrute del postre o del dulce.  Para nosotros el postre y el dulce tienen su hueco, su momento y su valor. Y nosotros queremos darle visibilidad para que la gente los disfrute con esa intensidad. Siempre hemos hecho referencia a esa filosofía muy nuestra de celebrar; pero no de celebrar grandes acontecimientos o aquellos muy particulares, sino de celebrar nuestros momentos sin complejos.

Y como es normal, ha habido otros valores que hemos incorporado a nuestro carácter, como son la sostenibilidad y la responsabilidad social corporativa. A estas alturas no podemos actuar ignorando el impacto que las empresas tenemos a nuestro alrededor. Empezando por los que trabajamos en ella y los clientes, pero ampliando la visión al ámbito geográfico y social que nos rodea. Si no tenemos esto en cuenta nos estaremos perdiendo muchas cosas.

Aunque lo más emblemático de Eceiza sean las tejas y los cigarrillos, hace años que hay una apuesta clara por la innovación basada en la tradición ¿verdad?

Las tejas y cigarrillos siguen siendo el producto de referencia de Casa Eceiza, pero es verdad que hemos querido ir más allá. Por un lado, porque nuestro carácter curioso nos lleva a buscar, investigar, probar, elegir y compartir. Tenemos un equipo de I+D propio, fundamental para poder desarrollar esta inquietud. Y ellos, junto con los equipos de producción e instalaciones y desarrollo de procesos, son capaces de llevar a cabo esas recetas combinando artesanía e innovación.

Y por otro lado, porque somos muy conscientes de que las tendencias cambian y evolucionan y queremos seguir siendo una referencia para nuestros clientes y consumidores finales. Sin ánimo de que suene pretencioso, queremos ser nosotros quienes les proveamos aquello que buscan aquellos que valoran el dulce como lo hacemos nosotros, porque realmente creemos que podemos hacerlo.

La innovación la aplicamos en nuestro producto, claro está, pero también en la técnica. Tenemos una responsabilidad con la calidad del producto y por supuesto con las personas que trabajan aquí. Intentamos mejorar los procesos para que sean más sencillos, eficientes y más cómodos. Es un trabajo que lleva tiempo y supone un coste, eso es innegable. A veces incluso frustrante, ya que no siempre podemos avanzar con la inmediatez y las garantías con las que nos gustaría. Pero lo importante es parar para pensar, probar y seguir insistiendo.

Al fin y al cabo, buscamos el equilibrio entre lo tradicional y artesanal del producto junto con la innovación en la técnica. No siempre es fácil, pero es así como queremos que sea.

¿Qué producto de Eceiza no debería faltar este año en nuestras mesas navideñas?

Nosotros os propondríamos disfrutar de nuestro último lanzamiento, la Tarta de Queso Donostiarra. Un postre bien cremoso, ideal para poner el broche a cualquier comida o cena.

Por supuesto, siendo Navidad, el turrón no debería faltar en la mesa. Tenemos una amplia gama de turrones como por ejemplo, el turrón blando de jijona, el turrón imperial o el turrón duro. Todo depende de los gustos de cada familia, pero con el turrón de tres trufas, el turrón de yema con naranja o el turrón de tejas y cigarrillos, seguro que acertamos. Sin olvidarnos de nuestros polvorones de almendra Marcona.

Y para aquellos que sigan de pie a altas horas de la madrugada, nuestras auténticas Tejas y Cigarrillos de Tolosa siempre son una buena opción.