Mujeres que cuentan

Ahora hay bastantes mujeres dirigiendo empresas familiares

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Tener una referente femenina que te anime es clave


Antonia, mallorquina de nacimiento y de corazón, es Gerente del Consejo Regulador de la Denominación de Origen de uno de los productos más emblemáticos de su isla, la sobrasada.

Reafirma la teoría de que la pandemia nos ha hecho valorar más el producto de cercanía, el producto que crece o se elabora en nuestro entorno. “A pesar de la globalidad de la sociedad en la que vivimos en la que se acortan distancias, hemos vuelto a valorar lo que hasta hace bien poco dábamos por supuesto, que el producto que comíamos era de nuestro entorno”.

Su madre fue una gran referente para ella, “una persona muy luchadora y motivadora que siempre te animaba a conseguir lo que te propusieses y a seguir adelante. Es importante tener al lado a alguien así” afirma.

Cuando se incorporó al mercado laboral, las empresas de la isla eran claramente masculinas. Afortunadamente, la sociedad y la empresa está evolucionando y ahora “muchas mujeres están dirigiendo empresas familiares”, algo muy raro hace unos años. La incorporación de la mujer al mundo laboral está permitiendo la entrada de nuevas ideas y procesos innovadores.

Recuerda, con una sonrisa, su infancia y la tradicional matanza del cerdo. Nos cuenta que se reunía a toda la familia desde primera hora de la mañana. Participaban todos, desde los más pequeños a los más mayores.

Las tradiciones, la ganadería, la gastronomía son, sin duda, parte de la identidad de un pueblo y Antonia reivindica precisamente esto, que Mallorca es mucho más que playas, buen clima y ocio. Anima a todo el mundo a respirar la verdadera esencia de la isla y a conocerla a través de su gastronomía y cultura. Ahora, te animamos a que veas, desde tu casa, este vídeo y a escuchar lo que nos cuenta Antonia María Torres, una mujer empresaria de gran experiencia.

Cosas que da la vida, porque yo de formación soy bióloga, y siempre había pensado que estaría trabajando en un laboratorio de análisis de alimentos. Y duré tres meses en el laboratorio.

Soy Antonia María Torres y soy una mujer que cuenta.

Los mallorquines somos los que vivimos en la isla y necesitamos oler y ver el mar casi cada día y hacemos una vida quizás mucho más recogida. Las distancias para nosotros se vuelven largas.

Hemos pasado a un mundo muy global, muy fácil, en el que el transporte hace que las distancias se acorten muchísimo, pero yo creo que últimamente estamos volviendo un poquito a valorar todas aquellas cosas que antes se daban por supuesto; de que cuando tú comprabas cualquier cosa, era de tu tierra; el que, de alguna manera, se vuelva a hablar de producto local, de campo, de ganadería de aquí, de producto tradicional…

Hemos pasado a un mundo muy global, muy fácil, en el que el transporte hace que las distancias se acorten muchísimo, pero yo creo que últimamente estamos volviendo un poquito a valorar todas aquellas cosas que antes se daban por supuesto; de que cuando tú comprabas cualquier cosa, era de tu tierra; el que, de alguna manera, se vuelva a hablar de producto local, de campo, de ganadería de aquí, de producto tradicional…

Aquí, en Mallorca, se desarrolló muchísimo la charcutería, con mucho cariño y con mucho mimo, porque los mallorquines saben hacer muy buena sobrasada. Desde hace ya siglos que la sobrasada de Mallorca tiene lo que se llama una reputación, un prestigio. Yo me he criado en Palma, soy de ciudad, pero cada fin de semana estábamos en una finca de unos tíos míos y, de siempre, en mi familia, una de las fiestas del verano era abrir lo que se llama el bisbe, que es la pieza más grande de sobrasada, de la matanza. Era un momento, digamos, de reunión y de disfrutar en verano una cena todos juntos.

Yo recuerdo que mi padre nos levantaba a las cinco de la mañana. La matanza del animal, el recoger y llenar las sobrasadas y sobre todo la parte del atado de la sobrasada, que es un poquito más manual; todo esto era trabajo de las mujeres. Todo, absolutamente todo. Era un día de trabajo en el que yo recuerdo desde pequeña que participabas, llegabas de noche hasta que acababas agotado, y con la fiesta final… Bueno, acabé aprendiendo. Acabé aprendiendo, sí, sí.

Yo tenía a mi madre. Mi madre ha sido una persona muy luchadora y además muy motivadora, porque siempre que le ibas a ella con algún tipo de problema siempre me decía: “Venga, adelante, intenta superarlo”. Es importante tener al lado a alguien así. Mi madre y luego he de decir también un referente masculino, mi padre también fue una persona muy luchadora. Naces en una familia que te inculca desde que eres pequeño que tú puedes, pues…

Mi padre tenía una empresa de distribución de alimentos y siempre me decía que las mujeres no tenían que estar en la alimentación. Pero creo que también el mundo ha cambiado mucho. Yo al principio cuando empecé era muy masculino, había mucho hombre que dirigía las empresas y ahora estamos viendo un cambio muy grande; bastantes mujeres dirigiendo lo que en un principio eran empresas familiares que a lo mejor cogían más los chicos pues eso la verdad es que supone un cambio importante.

Yo recuerdo lo que fue mi entrevista, recién salida casi de la facultad y era una mesa alta, allí todos puestos, y yo con una sillita abajo. Yo iba bastante asustada porque no sabía qué esperar, pero creo que lo di todo, dije: “Bueno, mira, si me lo dan bien y sino también. Y yo digo lo que pienso…” Fue un punto a mi favor eso, la sinceridad.

Nosotros hace como unos quince años pasamos dentro del Consejo Regulador de llevar un sistema de control de calidad a tener que acreditarnos por una norma. Somos pequeñitos y las empresas tenían que responder, las explotaciones ganaderas también. A mí esto al principio se me hizo una montaña enorme, pensar que esto lo hacían grandes empresas y no nosotros que éramos muy pequeñitos, que a veces dices que en el campo es más complicado crear toda una estructura de control y tal. No, no, no. Muy bien. Las mujeres también fueron una parte importante en el caso de las fincas de Cerdo Negro. Estas ideas como de innovación y de superación las han tenido muy claras.

La gente joven sí que está viendo que en Mallorca hay campo que necesita trabajo, que estaba un poco dejado. Entonces yo creo que la gente joven sí que cada vez más está mirando esto. Es difícil, porque en Mallorca tenemos la parte de turismo, un dinero rápido y un empleo fácil. Es una competencia muy dura, el tema del campo. Hay que poderse ganar la vida, y el campo supone muchísimas horas de trabajo, te tiene que gustar mucho…

Nuestro turismo es básico para el desarrollo de la isla, pero tenemos que mantener paisaje, tenemos que mantener explotaciones ganaderas, agrícolas… Que de alguna manera al llegar a Mallorca puedas respirar un poquito la gastronomía mallorquina, el campo de aquí, que veas que has aterrizado en un sitio que tiene sus peculiaridades, sus tradiciones… Tenemos unas playas maravillosas, un clima fantástico, pero que para comer y respirar Mallorca bueno, pues tienes que probar otras cosas, que es nuestra esencia; la parte digamos de los pueblos, de las carreteras pequeñas, a pasear por nuestra isla y a respirarla también. ¡Y a comerla! Que también es importante.

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