Mujeres que cuentan

Cada vez hay más chicas encima de una bici, cada vez somos pelotones más grandes lo que era impensable en mi época de escuelas, es como una ola, ves que hay chicas y cada vez son más las que se van animando.

Cada vez hay más chicas encima de una bici, cada vez somos pelotones más grandes lo que era impensable en mi época de escuelas, es como una ola, ves que hay chicas y cada vez son más las que se van animando.

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Con 18 recién cumplidos decidí que quería ser profesional y me fui al Centro de Alto Rendimiento de Mallorca. Fue realmente duro separarme de mi familia y la verdad que me costó.


Tania, es una ciclista profesional alavesa de la Fundación Euskadi. A pesar de su juventud cuenta ya con un palmarés espectacular en su carrera: 3 medallas en los Campeonatos Europeos y el 7º lugar en las Olimpiadas de Río entre otros muchos premios.

Siempre recuerda con una sonrisa el momento en el que decidió que quería ser ciclista. Fue cuando siendo muy pequeña probó por casualidad una bici de carreras que una niña tenía en el parque.

Aunque en aquella época era un deporte mayoritariamente masculino, Tania tuvo claro desde muy joven que el ciclismo era su vida y que quería ser profesional. Este deseo le llevó al Centro de Alto Rendimiento de Mallorca con 18 años recién cumplidos.

Separarse de su familia fue el primero de los sacrificios que tuvo que hacer para cumplir su sueño. Implicaba adoptar un estilo de vida totalmente dirigido a conseguir el triunfo. “Lo más duro del ciclismo es el estilo de vida, al final la gente ve solo el resultado de una carrera y no todo lo que hay detrás que es el resultado de lo que haces las 24 horas del día todos los días”

Quedarse a las puertas de clasificarse para las Olimpiadas de 2012 lo recuerda como el momento más duro de su carrera. Pero como bien dice, cuando las cosas no van como quisieras o no consigues algo para lo que tanto has trabajado, es más importante que nunca la gestión emocional.

Tania nos cuenta que hoy en día todavía sigue habiendo diferencias entre los equipos masculinos femeninos profesionales. Y se pregunta por qué cuando el trabajo y sacrificio es el mismo, la recompensa es menor.

Nos confiesa que ahora está pasando por un momento muy dulce compitiendo en la modalidad de carretera con el equipo ciclista de la Fundación Euskadi LABORAL Kutxa, dentro de la categoría UCI Women´s Continental Team. Está en su tierra, cerca de su familia y en un equipo en el que predomina el compañerismo y el buen ambiente.

Pero ¿hemos empezado ya la entrevista? ¡Ah! Vale.

Sí, bueno, esto es un sitio que me trae infancia, me trae la cascada, la de esos calores de verano, entrar ahí y tener frío, y ¿cómo puede ser? Y jugar, jugar mucho.

Soy Tania Calvo y soy una mujer que cuenta.

Una niña de mi edad fue al parque con una bici de carretera, pero muy, muy pequeña. Yo le pedí probarla porque yo había visto la de mi aita, con el manillar, que me llamaba mucho la atención, pero claro, yo no podía probarla. Le pedí la bici a esa chica, me gustó tanto que llegué esa noche a casa y dije: “Yo quiero una bici como la del aita”.

En la bici no se veía… Es verdad. Lo cierto es que no se veían muchas chicas. La referencia era Joane Somarriba. Conseguí un Subcampeonato del Mundo y luego gané el Campeonato de Europa y dije: “Vale, quiero tomármelo en serio, ser profesional”. Y me fui a la aventura porque con esa edad no piensas igual como piensas ahora. Con dieciocho recién cumplidos, me fui a la aventura, al centro de alto rendimiento que hicieron en Mallorca, en Palma. Separarme de mi familia, pues al principio fue muy duro, y la verdad es que me costó, no te voy a engañar.

Si estás en un nivel profesional, viajas mucho. ¡Viajas gratis, encima! Ves sitios, ves mundo, conoces a personas de otras culturas… Lo mejor que me ha dado la bici es experiencia. Lo más duro del deporte es la cabeza. Al final entran en juego muchas emociones y, cuando las cosas no salen, la cabeza te puede jugar muchas malas pasadas, entonces, pues no pasa nada por pedir ayuda cuando se necesita.

Quedarme fuera de los Juegos del 2012, ese fue el momento más duro. Era muy joven también, tenía veinte años. Sinceramente, aprendí que, al final, el ciclismo es solo una carrera de bicis. Nos lo decía un entrenador que tuvimos: “El mundo sigue, mañana te vas a despertar, vas a desayunar, vas a seguir viviendo y todo va a seguir girando. Así que, es simplemente ciclismo, solo bici”.

Creo que el estilo de vida; es un sacrificio más duro, porque lo que la gente ve al final son las competiciones, pero no se ve todo lo anterior. No podemos salir de fiesta cada fin de semana, no podemos comer lo que queramos; me gusta el sushi, me gusta la pizza, me gustan las hamburguesas… ¡Todo lo que no puedo comer! Soy muy golosa, me gusta mucho el dulce, pero tengo todas las comidas marcadas con su peso. Hay pautas que hay que mantener que es entrenar, comer bien, descansar… Lo que haces en la competición cuenta lo que haces las 24 horas del día.

En muchos equipos todavía hay mucha, mucha diferencia entre un equipo masculino o uno femenino, siendo los dos profesionales, un World Tour. Al final trabajamos igual, las que somos profesionales hacemos el mismo esfuerzo, entonces, ¿por qué tenemos una recompensa menor? Eso es lo que me pregunto. Pero esto está cambiando y cada vez hay más chicas en competición. Somos pelotones bastante, bastante grandes, que yo creo que era impensable en mi época de escuelas. Yo creo que también es como una ola; ves que hay gente que se anima y más mujeres se van animando.

Yo estoy súper a gusto en carretera, tenemos un equipo superbueno, todas las chicas que estamos tenemos super buen rollo entre nosotras. Ves risas, ves buen rollo… Es algo muy positivo a la hora de luego trabajar encima de la bici. Gracias al director, a la elección que hizo, hemos formado un grupo muy majo… En los viajes aprovechamos para estar ratos juntas, charlamos… Esos momentos también son los que crean mucha unión. No todo es ciclismo. También hay vida más allá de ello, entonces creo que es lo que hace que tengamos este buen ambiente. Es un sacrificio superpositivo para conseguir aquello que te propones.

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