Mujeres que cuentan

La ciencia debe estar siempre abierta al cambio

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El conocimiento es una de las formas más sofisticadas de placer y contribuye a la libertad


Deborah García es una de las divulgadoras científicas más reputadas en la actualidad. Esta gallega, química de formación es, además, profesora, presentadora de televisión, columnista, escritora de bestsellers y poetisa, entre otras muchas cosas. Esta mujer tiene un impresionante curriculum y su labor como divulgadora cobra aún más relevancia en la actualidad debido a la COVID-19.

Cuando hablamos de la situación sanitaria actual, relata que sabíamos que iba a suceder algo parecido, pero que, como suele suceder y como sucederá con el cambio climático, hasta que no lo tuvimos encima, no se tomaron decisiones.

Nos cuenta que la desinformación se combate con información y que el hecho de que la ciencia rectifique, no debe tomarse como un defecto, sino como una virtud porque demuestra que está en continua evolución, y si no fuera así, no habría progreso.

Con su característico optimismo, nos descubre una versión casi poética de la ciencia que puede aunar el resto de sus pasiones: la comunicación, la literatura, la poesía… Y asegura que, a la hora de elegir carrera, es justo la pasión lo que debe guiarte. Por eso, defiende con rotundidad que “no hay que animar a las niñas a ser científicas, si no a hacer lo que les dé la gana”.

Escuchar a esta mujer referente nacional en ciencia es una delicia. Nos hace desear el conocimiento que, como dice, “es una de las formas más sofisticadas de placer y contribuye a la libertad”. ¿Quieres conocer más? Te invitamos a ello con este vídeo.

Es que creo que es con lo que más se disfruta. O sea, yo con lo que más disfruto es aprendiendo cosas. Y cuando aprendo algo, tengo la necesidad de compartirlo con los demás y eso me pasaba también de pequeña; yo jugaba a ser profesora.

Soy Deborah García Bello, Deborahciencia, y soy una mujer que cuenta.

Cuando era adolescente me gustaban muchas cosas: me fascinaba la literatura, la filosofía, las ciencias en general… Con la química, me enamoré gracias a un profesor, Joselu, que es químico y cuando empezó a hablarme de la química pues aluciné, o sea, me pareció la cosa más bonita del mundo. Me parecía que aunaba lo que me gustaba de la poesía con lo que ya me gustaba de la ciencia. Y él me lo contaba así, o sea, hablaba de la tabla periódica como quien analiza un poema.

En Química éramos un montón, éramos mayoritariamente chicas. Y también las que sacábamos mejores notas éramos las chicas. No me pude dedicar a la investigación porque no me lo podía permitir. Me tenía que poner a trabajar ya, e investigar suponía estar pidiendo becas o estar, bueno, en una situación que normalmente suele ser precaria. Y me puse a ser profesora.

En la actualidad soy un poco todo. Divulgadora científica…, yo cuando estaba en la carrera, no sabía ni lo que era, no sabía ni que eso existía ni que era una profesión, no tenía ni idea. Me fui convirtiendo en divulgadora científica mientras era profesora.

Todo esto empezó con un blog que abrí para mis alumnos. Yo lo planteé de la siguiente manera: que mis alumnos preparasen los temas que más les gustasen y que hiciesen divulgación sobre ese tema. Y es verdad que tenía alumnos muy buenos y algunos presentaron trabajos muy chulos. De hecho, las primeras entradas del blog que creé están escritas por chavales que ahora ya han terminado sus carreras.

Y al final ese blog tuvo mucho éxito. A mí, como ya me gustaba escribir, también empecé a publicar cosas, y me empezaron a llamar: “Vente a dar una charla”. Charlas pequeñas, en un bar en el que se hacía divulgación científica en Santiago de Compostela.

Entonces empecé a investigar la relación entre ciencia y arte a través de los materiales, por qué un artista escoge un material y no otro para expresar una idea. Hay una poética en el material. Aunque tú hagas una escultura con la misma forma, no te dice lo mismo si está hecha de hormigón, de madera, de bronce… Explicar obras de arte a través de la ciencia de materiales. Y eso llamó mucho la atención. Me dieron en su día el premio Bitácoras, me llamó la editorial Planeta para que escribiese mi primer libro… Me llamó el decano de mi facultad y me dijo: “Todo esto que estás investigando esto es una tesis, lo que pasa es que la estás haciendo por tu cuenta. Matricúlala y yo quiero ser tu tutor”. Y lo matriculé como tesis y estoy haciendo el doctorado.

Mi idea principal, mi sueño, era ser profesora y cuando lo cumplí fueron surgiendo otras oportunidades que de momento incluso me gustan más y me divierten muchísimo más. Tanto escribir, tanto televisión, tanto radio… Todo es parecido. Claro que me tengo que adaptar al medio, pero en realidad es contar la ciencia, que me parece la cosa más bonita y más apasionante del mundo, a través de, sobre todo, el uso del lenguaje. Me gusta el lenguaje, me gustan las palabras y me gusta explorar todo su potencial.

Mi consejo es que la carrera que decidas estudiar, que la decidas estudiar porque te gusta. Escoge algo porque quieras aprender mucho de ello, que realmente eso es lo que te ofrece la universidad: conocimiento. Y luego, ya verás a dónde te lleva la vida. Si algo te flipa, da igual, aunque tus padres te digan: “No, no hagas esto. No hagas Bellas Artes, que vas a ser pobre”. Da igual, ¿sabes? Si te flipa el arte, estudia Bellas Artes.

No hay que animar a las niñas a que estudien ciencias, sino que hay que animarlas a que hagan lo que les dé la gana. Una cosa es que tú vayas a hablar de cómo es tu trabajo y de por qué estudiaste una carrera, y si a alguien le sirve de ejemplo, perfecto, pero no ir a convencer a nadie de que hacer ciencias es lo mejor. ¿Por qué no le vas a dar una charla a los niños para que estudien medicina o enfermería? Es como que a las niñas se les dice: “¡Venga! ¡Tú sí que puedes! ¡Tú eres capaz!” Y al niño se le dice: “No te avergüences si quieres ser enfermero”. O sea, hay un discurso machista en el que yo no quiero participar. Estamos haciendo una lectura absolutamente machista de todo. No, las carreras no son más válidas porque las escojan los hombres. Basta ya de decirles a las niñas lo que tienen que estudiar y que lo que deciden está mal, porque no está mal. Y me enfado cuando hablo de estas cosas.

Los momentos en los que sentí más discriminación por ser mujer fueron entrevistas de trabajo: si te vas a casar, si tienes previsto ser madre… O sea, cosas que se supone que no se deben hacer en una entrevista de trabajo, pero las mujeres sabemos que estas cosas suceden.

Llevaba mucho tiempo haciendo divulgación científica en televisión, en artículos y demás, y me apetecía hacer algo en conjunto, como una especie de manual de ciencia básica para que todo el mundo entendiese lo que estaba pasando. Lo escribí en quince días. Y lo hice en quince días y además quince días tipo diario. Eso me parecía muy interesante; irlo contando como experiencia personal.

Siempre que escribo, escribo de una manera muy honesta. De hecho, utilizo mis propias vivencias. Todos nos parecemos mucho y nos reconocemos unos en la mirada de otros. Entonces me pareció una forma de ayudar que es como… Bueno, que yo podía hacer, compartiendo el conocimiento que tengo y, a nivel de ayudar, que todo lo que recaude va a ir a una causa social, porque estamos muy fastidiados por la pandemia, no solo a nivel de salud.

Llevamos años hablando de: “Vamos a tener un problemón con una superbacteria”. Pensábamos que iba a ser una bacteria. Al final fue un virus, pero es algo que llevamos anunciando: “Es que va a ocurrir una cosa de este tipo”. Y ocurrió. Y este es un problema que, hasta que no lo tuvimos encima y nos señaló, no se empezaron a tomar decisiones. Pero pasa con todo, es decir, va a pasar con el cambio climático.

—Este es un modelo del coronavirus. Estas bolitas verdes son proteínas que utiliza el virus como llave para entrar en nuestras células.

Sí, yo usé bolitas verdes y material genético rosa, porque ante todo tiene que ser todo bonito.

En un programa de televisión me preguntaron: “¿Cómo es una vacuna? Queremos que lo cuentes mañana”. Y dije: “Lo voy a hacer”. Me voy a comprar cuatro cosas de manualidades, voy a crear el virus y lo voy a explicar en el programa de la tele.

Pues eso, hay tantos movimientos negacionistas, de gente que realmente no tiene cultura científica, entonces creo que algo tan sencillo como es entender el mecanismo por el cual funciona una vacuna, le pierdes el miedo por un lado y por otro, respetas el trabajo de la ciencia.

“Claro, salen nuevas evidencias y cambian las recomendaciones.”

¡Claro! Es que esa es una de las grandes virtudes de la ciencia, que está abierta siempre al cambio y se está tratando como si fuese un defecto.

¿Cuál es la información que triunfa? La que tú quieres creer. Claro, triunfa más la desinformación, porque al final es lo que te gusta escuchar. Es más cómodo generalmente creer en ese tipo de mentiras porque o satisface a alguno de tus prejuicios o te hace sentir útil o te hace sentir el más listo. Entonces, claro, es muchísimo más cómodo intelectualmente quedarte con la información fácil.

Para mí, ¿es ético ridiculizar a alguien para convencer a los que dudan? Para mí no lo es. Señalar al famoso que mete la pata o que dice una estupidez y burlarnos de él. A mí no me parece la estrategia, principalmente porque no es elegante.

Creo que la desinformación se combate exclusivamente con información. No tengo que ridiculizar a nadie, ni a ninguna creencia, ni a ninguna persona, para explicar ciencia. Al igual que se ha acabado con otras epidemias y pandemias a lo largo de la historia gracias a las vacunas, pues esta sería una más.

Está siendo rápido porque nos va la vida en ello y también está siendo rápido porque podemos.

La ciencia siempre avanza, siempre está en su mejor momento. Tenemos ya tal cantidad de conocimiento acumulado que, lógicamente, estamos en el mejor momento para abordar pues tener una vacuna o tener una vacuna en tiempo récord. Todas las estrategias que conocíamos de cómo se pueden crear vacunas están puestas sobre la mesa. En este momento preciso, hay nueve vacunas en la fase 3, que es la última de todas, con estrategias diferentes. O sea, ninguna de esas vacunas es igual a la otra. Estamos apostándolo todo, todo el conocimiento que tenemos para conseguirlo lo antes posible.

Cuando tú te vacunas, no solo te proteges a ti mismo, también proteges a los demás, es decir la vacunación es una estrategia de salud generosa. El conocimiento es una de las formas más sofisticadas de placer y por otro lado también ayuda a la toma de decisiones, porque contribuye a que la gente sepa más cosas y por lo tanto pueda tomar decisiones de forma más libre. Entonces, contribuye a la libertad.

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