Mujeres que cuentan

El carácter alegre y positivo, junto con el trabajo duro, las razones del éxito empresarial de Nagore Irazuegi

El carácter alegre y positivo, junto con el trabajo duro, las razones del éxito empresarial de Nagore Irazuegi

Escuchar podcast:

Descargar


Su restaurante Arima es un homenaje a las mujeres de la familia


Nagore Irazuegi, guipuzcoana afincada en Madrid, de carácter alegre, independiente y decidido, ha logrado crear un negocio de éxito en un sector muy competitivo y controlado históricamente por hombres.

Desde que era muy joven ha trabajado en la restauración, acumulando múltiples experiencias que la han ido formando no solo como profesional sino como persona. Hoy, es una de esas mujeres destacadas, un ejemplo para todo el mundo que demuestra que todo es posible si se trabaja duro y con pasión.

Durante el confinamiento provocado por la pandemia vivió momentos de miedo y ansiedad, pero asegura que, pasara lo que pasara, siempre volvería a levantar la persiana en cuanto le fuera mínimamente posible.

Asegura que “Arima es una manifestación de mi personalidad y un homenaje a las mujeres de mi familia”. Y es que, la historia de las mujeres de su familia se caracteriza por la lucha y el emprendimiento. Y para tenerlo presente en todo momento, existe una obra gráfica basada en una fotografía de la abuela de su abuelo presidiendo una de las paredes del restaurante. Toda una declaración de intenciones.

Nagore, además, tiene un gran compromiso con la excelencia que le lleva a colaborar con productores de su Gipuzkoa natal. La materia prima de calidad es uno de los pilares de Arima. La complicidad con sus productores, le hace poder multiplicar su valor y poder hablar de ellos con auténtico mimo y pasión.

Nagore es una mujer fuerte y dotada de una naturalidad que invita a disfrutar de este vídeo y conocerla un poco mejor.

Hombre, estoy en Madrid.

¡Hola!

¿Sabes lo que es tener el mar Cantábrico al lado? Ese olor a mar vivo. ¡Cuánto lo echo de menos!

Soy Nagore Irazuegi y soy una mujer que cuenta.

Mi madre se reía mucho cuando yo era una cría porque decía que en vez de volverme loca ir a tiendas de chuches, me volvía loca por ir al mercado y oler todas las verduras recién recogidas.

La vida es lo que sucede y, de repente, con veintiún años, me veo en Sotogrande, dirigiendo un chiringuito, mi hermana y yo. A las ocho de la mañana dábamos yoga a las señoras, hacíamos zumos naturales, luego dábamos comidas, luego me cogía el paddle surf y me iba por el río, luego volvía y daba las cenas y luego pinchaba música de los ochenta. Y la gente que me veía decía: «Estas tías, ¿de dónde han salido?»

Y monté un restaurante en Suiza, en (Brévière?), en los Alpes. Pues yo tendría ahí veintitrés años o algo así. Y me hizo sufrir mucho, pero aprendí muchísimo.

La foto que tengo atrás es una interpretación de una foto que tengo de la abuela de mi abuelo, Josefa Garmendia, emigrante a Uruguay. Plantaba trigo y maíz y vendía en los mercados. Tengo una carga de todo ese árbol genealógico de amantes de la tierra, de trabajadores de la tierra. Cuando abrí Arima tuve clarísimo que era parte de mi identidad. Un homenaje a todas estas mujeres que han luchado muchísimo en mi casa, desde mi amona María, hasta mi ama, mis tías…

Yo sentí mucho miedo a la hora de abrir Arima de no saber elegir bien a los productores, porque no conocía a nadie. Pues tuve que acudir a mi tía que vive en (Bidania?), y ha tenido caserío y sabe cómo se mueven los agricultores, a caseros que conocía yo, a mi madre que conocía caseros. A lo que yo conozco y a lo que está en mi memoria gustativa. Primero vas buscando un producto, pero es que luego te enamoras del productor. La complicidad con el productor hace que esa alcachofa que tú ibas buscando sea… ¡enorme! Enorme en valor.

Yo soy muy alta, mido 1,82. Cuando yo me acerco a una mesa, me pongo de cuclillas, entonces me apoyo en la mesa y les voy contando de dónde vienen los espárragos, por qué me apasiona Jesús Aguirre, nuestro agricultor en Mendavia, por qué deberían comer el tamaño de la alcachofa de tal manera.

Yo creo que es una forma de ser mía, natural y yo creo que eso es lo que hace que aquí entren en Arima y se sientan en su casa, la naturalidad.

Cuando nos anunciaron que nos iban a dar un Sol Repsol estábamos en un viaje en Chile. No pudimos vivirlo con la emoción que merecía porque Rodri tuvo un accidente en caballo. Estuvo en la UCI, tuvo seis costillas rotas… En la gala de los Soles Repsol, cuando dijeron Arima y dijeron nuestro nombre y se levantó todo el mundo a aplaudir y fue una ovación de la leche, pues creo que es uno de los momentos más emocionantes que he vivido en mi profesión. Ese aluvión de aplausos de los compañeros fue superemocionante. Porque ya no es tener la admiración de los compañeros, es tener el cariño.

En estos dos meses y medio que hemos estado confinados, ha habido días que hemos tenido todo superclaro y no hemos dudado ni un minuto. Y ha habido días que nos hemos levantado pues con una ansiedad y un miedo tremendo y que hemos tenido que aprender a canalizarlo.

Hubo un momento en el que ya tuvimos que construir una barrera, pero me voy a centrar en mi energía, tener ese Sol Repsol, tener el equipazo que tenemos, tener la lealtad de los clientes…

Mira, el talento, la necesidad de emprender… Si tuviéramos que cerrar la persiana ahora, ¡volveríamos a hacerlo dentro de un año! ¡Lo volveríamos a hacer! Eso es un gen que tenemos ahí. No sé si es un gen kamikaze… Y volveremos a salir porque de esto ahora mismo no tengo ninguna duda.

Sí, he aprendido que era superfeliz pero sigo creyendo a ciegas en este proyecto.

Más historias de mujeres que cuentan:

Todas las historias

Crea tu cuenta y recibe nuestra newsletter semanal con la actualidad informativa y comercial de EROSKI

¿Te apuntas?
324906