En 2006, la Sociedad Española de Reumatología publicó sobre la osteoporosis que “el calcio, utilizado de manera aislada, no ha demostrado un efecto significativo sobre la incidencia de fracturas en mujeres con osteoporosis posmenopáusica”. Es algo que han confirmado, una y otra vez, las revisiones científicas y los consensos internacionales. Además, la revista Osteoporosis International publicó, en enero de 2013, un consenso que concluía que la mejor manera de obtener el calcio es seguir una dieta saludable. También detalló que los suplementos de calcio podrían incrementar en un 30% el riesgo de infarto de miocardio.
En conclusión, no conviene que se automedique con suplementos de calcio, dada la falta de pruebas científicas que avalan que puedan prevenir la osteoporosis. Además, se trata de una práctica no exenta de peligros, dado que puede aumentar su riesgo de padecer un evento cardiovascular. Para prevenir esta dolencia, no hay mejor estrategia que seguir cada día un buen estilo de vida: haga ejercicio, no fume, beba la menor cantidad de alcohol posible y siga un patrón de alimentación basado en un consumo abundante y frecuente de alimentos de origen vegetal poco procesados.

En primer lugar, efectivamente habría que analizar sus hábitos de alimentación con detalle, para saber si ese desequilibrio es consecuencia de un desequilibrio en la dieta. Un dietista-nutricionista, o en su defecto su médico, le resolverá está cuestión y podrá aconsejarle teniendo en cuenta su situación personal.
Lo más importante es que no tome complementos alimenticios sin el adecuado consejo de su médico, tras valorar los análisis de sangre, situación patológica, etc. Esto es aplicable, desde luego, a los complementos alimenticios de magnesio, que contienen una dosis de este mineral que pueden generarle problemas si no han sido pautados de forma personalizada. En numerosos casos, son complementos que se acompañan de falsas declaraciones de salud, como: “calma el estómago”, “regula la presión arterial”, “mejora la salud hormonal”, “ralentiza el envejecimiento” u otras afirmaciones similares, que no cuentan con un riguroso sustento científico.
En cuanto a su hipertensión, es desaconsejable que tome grandes cantidades de sal, como ya sabe, aunque quizá no sea consciente de que nuestra principal fuente de sal en la dieta no es la que añadimos de forma voluntaria en la cocina (durante el cocinado de los alimentos) o en la mesa (con el salero), sino que proviene sobre todo de cuatro alimentos: pan, quesos (cuanto más curados más cantidad de sal), derivados cárnicos (embutidos, jamón, salchichas, etc.) o alimentos precocinados.

Los suplementos de colágeno se anuncian como útiles para prevenir e incluso tratar una larga lista de dolencias articulares, no obstante, tras un exhaustivo análisis, la máxima autoridad europea en aspectos relacionados con seguridad alimentaria (EFSA) emitió un informe en el que concluía que dichos reclamos de salud estaban infundados, no eran ciertos. Eso significa que, hoy por hoy, los suplementos de colágeno no pueden acompañarse de declaraciones de salud que les atribuyan beneficios para la salud. En cuanto al magnesio, lo cierto es que se trata de un nutriente muy importante para nuestra salud que necesitamos ingerir a través de la dieta para permitir que el metabolismo energético (el proceso mediante el que obtenemos la energía de los alimentos) funcione de manera adecuada. Este nutriente también está implicado en el sistema nervioso, en la función muscular normal, en el mantenimiento o el desarrollo de los huesos y varias funciones más. La EFSA también ha evaluado el papel del magnesio en diferentes funciones y pese a que ha resaltado su importancia, insiste en que es muy fácil cubrir las recomendaciones de ingesta de este nutriente mediante una dieta saludable. Así, si su alimentación es adecuada, no tiene sentido que ingiera más magnesio en forma de suplemento dietético. Ello solo estaría justificado si una analítica sanguínea realizada por un médico le detectara bajos niveles de magnesio (usted notaría probablemente síntomas como cansancio o fatiga). Le recordamos que es importante realizarse analíticas periódicas, consulte con su médico. Y si quiere saber si realmente sigue una alimentación adecuada a sus necesidades personales, consulte a un dietista-nutricionista.

En cuanto a la cerveza, es mejor una cerveza 0,0% que no tiene nada de alcohol, puesto que la cerveza “sin” contiene alcohol en dosis muy bajas, que puede suponer un problema en menores de edad y, sobre todo, en embarazadas, a quienes se desaconseja totalmente cualquier dosis de alcohol.
En cuanto al refresco “light”, no tiene calorías puesto que estas provienen de los azúcares de estos productos, que en sus versiones light han sido sustituidos por edulcorantes acalóricos, pero su consumo habitual no es recomendable (si es esporádico, no habrá problemas). Los edulcorantes utilizados para conseguir su sabor dulce son seguros, pero diversos estudios muestran que la ingesta habitual de este tipo de bebidas puede alterar los mecanismos de percepción del sabor (debido a la alta intensidad de su sabor dulce) haciéndonos preferir el consumo de sabores dulces, disminuyendo, inconscientemente, nuestro consumo de alimentos saludables. Es decir, tomar a menudo estos refrescos tan dulces perjudicaría la calidad de la dieta porque seríamos más proclives a comer alimentos con un sabor muy dulce. Como la dieta saludable es una de las claves para prevenir las enfermedades crónicas más presentes en nuestro entorno, conviene evitar cualquier potencial alteración. El consumo de cerveza 0,0%, sin embargo, no se ha relacionado con ningún efecto adverso, aunque sin duda, como norma general, es más recomendable hidratarnos a base de agua.

Una dieta vegetariana bien diseñada es compatible con la salud en cualquier etapa del ciclo vital, y eso incluye a la infancia y adolescencia, y la gestación y lactancia. Uno de los referentes mundiales en nutrición es la Asociación Americana de Dietética (ADA), ya en 2010 emitió su postura con respecto a las dietas vegetarianas y veganas, señalando que, bien planeadas, son factibles e incluso beneficiosas. Puede consultarla, en castellano, en el siguiente enlace: https://apps.elsevier.es/watermark/ctl_servlet?_f=10&pident_articulo=13149398&pident_usuario=0&pcontactid=&pident_revista=283&ty=11&accion=L&origen=elsevier&web=www.elsevier.es&lan=es&fichero=283v14n01a13149398pdf001.pdf
Conviene que su hija consuma una amplia variedad de alimentos de ciertos grupos que no deben faltar en su dieta: las legumbres, tales como garbanzos, lentejas, alubias, guisantes o soja (de la cual derivan muchos productos alimenticios muy versátiles, como tofu, batidos enriquecidos o soja texturizada); los frutos secos como avellanas, almendras, nueces, etc.; las frutas y hortalizas; los cereales integrales;etc.
Hay tres nutrientes importantes a los que se debe prestar atención cuando se sigue una dieta vegetariana y, sobre todo, vegana: el primero es la vitamina B12, que debe tomarse a partir de alimentos enriquecidos o de suplementos (consulte con su médico o con un dietista-nutricionista), puesto que de forma natural está presente en alimentos de origen animal; el segundo nutriente es el yodo, pero la recomendación a seguir es la misma que para el resto de la población: sustituir la sal de mesa por sal yodada; y el tercero, es la vitamina D que podemos generarla a través de la exposición solar en cara, manos, y antebrazos, entre 5 y 15 minutos al día en verano y alrededor de media hora varias veces por semana el resto del año, para la gente de piel blanca, siempre y cuando estas zonas no estén cubiertas, ni se haya aplicado sobre ellas crema de protección solar. En caso de duda, se aconseja utilizar alimentos enriquecidos o suplementos, pregunte a su médico.