Mujeres que cuentan

En alimentación, la perfección también es enemigo de lo bueno

En alimentación, la perfección también es enemigo de lo bueno

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Una de las primeras mujeres en encargarse de la alimentación de equipos de alto rendimiento


Toscana Viar nos recuerda que, no hace tanto, no había nutricionistas en los equipos de fútbol. Los veteranos decían: “pero si antes de los partidos nos comíamos unas alubias, un solomillo…” y yo les contestaba: “claro, ¡pero es que los del equipo de enfrente también!”. Y asegura que “cuando estamos a este nivel, todo lo que pueda mejorar un 1% el rendimiento de un jugador es mucho”.

También cambió su propia alimentación con la llegada de sus hijos. “En mi casa, a mis hijos solo les ofrezco alimentos sanos, pero si están en la calle nunca les digo que no pueden comer algo. Siempre digo que la perfección es enemigo de lo bueno”.

Fundó The Health Company, una empresa multidisciplinar especializada en salud, belleza y bienestar, que supuso para ella el motor del cambio. “A la gente que viene a por ese cambio lo primero que hacemos es llevarla al supermercado y enseñarles a hacer la compra, porque si no compras bien, no puedes comer bien”.

Hay dietas de moda que vienen y van, diferentes tácticas, pero la alimentación sana viene para quedarse. Mujeres y hombres cada vez se alimentan mejor, y aún mejorarán mucho más, creando una alimentación sana y también divertida.

Toscana Viar, farmacéutica Nutricionista-coach especializada en Nutrición deportiva, lleva casi 20 años dedicándose a mejorar la vida de las personas a través de su alimentación.

Defiende que somos lo que comemos y que no podemos comer bien si no compramos bien, por lo que las clases prácticas en los supermercados y la planificación semanal de la lista de la compra se han convertido en señas de identidad de The Health Company de la que es fundadora.

Llegó a la nutrición deportiva casi por casualidad y se ha convertido en una de las primeras mujeres en encargarse de la alimentación de equipos de alto rendimiento.

Lleva casi 12 en el Athletic, el emblemático equipo de su ciudad natal, y ahora también es nutricionista de la Selección Española de futbol.

¿Quieres saber más de esta mujer emprendedora?

Primero solo se cuidaban las mujeres, ¿no? Se ponían a régimen casi siempre las chicas, o sea, los hombres, era muy raro. Antes estaba como mal visto. Y, ahora, si vas y dices que estás comiendo sano, es como guay.

A mí, mis hijos me hicieron cambiar mucho. Entonces yo pensé: “A ver, ¿qué cosas estoy comiendo yo que no quiero que ellos consumiesen?” Y me di cuenta de la cantidad de guarradas que comía todos los días.

Soy Toscana Viar y soy una mujer que cuenta.

Soy nutricionista deportiva y trabajo con el Athletic desde hace once años, de chiripa, de casualidad, porque estuve en el sitio justo en el momento justo. ¿Te cuento la historia? Pues mira, yo, después de estudiar Farmacia, estudié Marketing, me fui por ahí, a vivir por el mundo. Me fui a vivir a la India, a Chile y tal. Y cuando volví, me puse a trabajar en la farmacia de mi madre, a echarle un cable, a ayudar a la gente, como estaba haciendo nutrición, y demás. Después poco a poco cada vez venía más gente. Entonces dije: “Voy a estudiar la carrera de Nutrición para tener el título”. Y cuando ya terminé la carrera, tenía que hacer prácticas. Y así empecé. Me fui a hacer unas prácticas al Athletic para tres meses y, nada, han pasado once años y ahí sigo.

No había nutricionistas en los equipos de fútbol casi.

“Toscana, ¡si tú vieses lo que comíamos nosotros antes! Pero si antes de los partidos nos comíamos… no sé, unas alubias, un solomillo, un no sé cuántos…”

Y yo siempre digo:

“Claro, pero es que los del equipo de enfrente también.”

Cuando estamos a este nivel, todo lo que pueda mejorar un uno por ciento el rendimiento de un jugador es mucho. En el fútbol es verdad que no había… Esta profesión casi no existía cuando yo empecé, pero somos muchas chicas. Las chicas que ahora se dedican a la nutrición deportiva o a la nutrición con equipos, pues muchas veces dicen: “¡Esto es gracias a ti y a las que empezasteis!” Yo creo que no, si no llego a ser yo, hubiese sido otra, y ahora existiría igual, porque es algo que tenía que llegar sí o sí.

A mi padre le encantaba el amanecer en el Duomo de Florencia. Le parecía maravilloso. Y entonces me pusieron Toscana. Simplemente fue por un amor a la Toscana. Mi padre decidió estudiar Farmacia porque no le quedó más narices, pero luego la farmacia no era su pasión ni su vocación. Le ha encantado siempre el arte, le ha encantado escribir, entonces él escribía, empezó a hacer sus pinitos en el mundo del arte, hasta que ha sido durante muchos años el director del Museo de Bellas Artes de Bilbao. Yo me iba con mi padre de viaje, e íbamos a las exposiciones y él me iba contando de este cuadro, de este otro… Artistas, pintores, escultores, que eran amigos suyos…

Pues, ¿cómo lo hago con mis hijos? Pues mira, lo que intento es planificar mucho, que comer sano no sea comer aburrido. Solo les ofrezco en casa alimentos sanos, pero si estamos en la calle y quieren comer una galleta, o tienen un cumpleaños no les digo nunca que no lo pueden comer. Ellos van a casa del abuelo y lo primero que hacen es pedir galletas y chocolate. Hay que pensar que las cosas no hay que hacerlas perfectas. Una de las cosas que yo digo siempre es que lo perfecto es enemigo de lo bueno.

The Health Company es para mí una fuente de cambio, da igual que trabajemos con colegios, con hoteles, con empresas, con pacientes en el día a día… Lo que busca es el cambio en las personas.

Entonces a todo el mundo que viene a nuestros programas nos los llevamos al súper. Al final comes lo que compras. Y si compras mal, pues no puedes comer bien.

Pues un día hacemos desayunos, otro día hacemos cenas saludables, otro día meriendas de niños. A la gente le encanta. Además, vamos con el carrito de la compra, y hacemos la compra, ¿eh?

Hacer la lista de la compra sirve para ayudarte a planificar. Yo todos los domingos organizo el menú de la semana y, una vez que tengo el menú hecho, automáticamente, hago la compra online. Compro mucho mejor, no tengo que estar pensando durante la semana lo que me falta, no gasto de más, no tiro comida. O sea, tienes que comer cosas que te gusten y además que te entren por los ojos y que los veas y que digas: “Um, ¡qué rico!”.

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