Actualmente no existe un tipo de alimentación específico para mujeres que están pasando la menopausia, si no que habrá que ir adaptando la dieta a los síntomas que vayan apareciendo.
Los cambios y oscilaciones hormonales que ocurren durante esta etapa provocan síntomas como: sofocos, insomnio, falta de energía, etc., para los que no existe evidencia suficiente como para recomendar tomar o eliminar alimentos concretos. Parece que tomar soja y derivados, o disminuir/eliminar la cafeína, puede ayudar, aunque no es algo que se pueda afirmar.
Otros síntomas pueden ser: el aumento de peso, puesto que el gasto de energía que hace nuestro cuerpo disminuye; aumento de la masa grasa y disminución de la masa muscular; mayor acúmulo de grasa en la zona abdominal; aumento del riesgo de enfermedad cardiovascular; y aumento de la pérdida de masa ósea. Dependiendo del grado en el que se presenten estos síntomas, sí pueden ser necesarios ciertos cambios en los hábitos alimentarios para adaptarse a la nueva situación:
- Aumentar la ingesta de alimentos de origen vegetal como frutas, hortalizas, cereales integrales, legumbres, etc. La fibra ayuda a regular los niveles sanguíneos de azúcar y colesterol.
- Disminuir o eliminar el consumo de productos superfluos y de baja calidad nutricional: dulces, bollería, embutidos, etc.
- Controlar el tamaño de las raciones de los alimentos, recuerda que tu organismo ya no necesita tanta energía.
- Realizar ejercicio físico. Reduce la pérdida de músculo, aumenta el gasto energético y ayuda a mantener la densidad ósea; incluso, ayuda al estado de ánimo.
Una de las mejores fuentes de vitamina D son los rayos solares, de hecho, en nuestro entorno, en los meses de verano, sería suficiente con 15 minutos 4 días a la semana, y 30 minutos todos los días en meses de primavera y otoño, siendo necesario que el sol nos dé en la cara, brazos y/o piernas. Es cierto que en los meses invernales la exposición al sol no es suficiente, y que el resto del año, debido al uso de protectores solares, puede que no lleguemos a estar expuestos directamente el tiempo suficiente. Por esto, es importante también incorporar vitamina D a través de los alimentos, siendo las mejores fuentes alimenticias los pescados azules, pescados en conserva, huevos, hígado, mantequilla, margarina, lácteos enteros y alimentos enriquecidos.

Dejar de comer carne roja es una opción personal, desde un punto de vista nutricional una alimentación saludable puede llevarse tanto tomando carne roja como no tomándola. La carne roja no es, en absoluto, un alimento imprescindible, de hecho casi al contrario, ya que las recomendaciones tienden a un cada vez menor consumo de carne roja, actualmente no existe un consumo mínimo recomendado. Eliminar la carne roja de la dieta no entraña ninguna consecuencia negativa, más bien, hasta ahora, las dietas exentas de carne roja han resultado ser beneficiosas desde un punto de vista de la protección de riesgo cardiovascular y de algunos tipos de cáncer, por ejemplo. En cuanto a lo que comentas de la vitamina B12, siguiendo una alimentación saludable, sin carne roja, no tienes por qué preocuparte, y tampoco por cubrir el aporte necesario de ninguna otra vitamina ni mineral. La vitamina B12 se encuentra en alimentos de origen animal, y es cierto que las dietas que eliminan por completo estos alimentos (vegetarianas estrictas o veganas) necesitan suplementación de esta vitamina, pero como en tu caso solo estás pensando en dejar de consumir carne roja, entendemos que vas a seguir consumiendo pescados azules, carnes blancas (pollo, conejo) o huevos, que son buenas fuentes de vitamina B12.

Como bien sabéis, la dermatitis atópica es una enfermedad inflamatoria de la piel de carácter hereditario y que está muy relacionada con la rinitis, conjuntivitis y asma alérgicos. Hasta el día de hoy se han realizado multitud de estudios para estudiar la relación de diferentes tipos de alimentación con la mejoría o desaparición de los brotes de la dermatitis atópica, pero ninguno de ellos ha arrojado resultados concluyentes, con lo que no se puede afirmar que, siguiendo uno u otro tipo de alimentación, o eliminando uno u otro alimento de la dieta, vaya a mejorar la evolución de la enfermedad. Lo único que parece cierto a día de hoy, es que los niños que padecen dermatitis atópica son más propensos a sufrir alguna alergia alimentaria que, normalmente, se corrige con la edad, pero que podría empeorar los síntomas de la dermatitis. Si tenéis alguna sospecha de que algún miembro de vuestra familia pueda sufrir alguna alergia alimentaria nuestras recomendaciones son:
- Acudir al médico de familia para que realice las pruebas y exámenes convenientes, y derive al especialista si fuese necesario.
- No retirar ningún alimento de la dieta hasta no tener un diagnóstico claro de alergia alimentaria, ya que además de enmascarar los síntomas, puede provocar deficiencias nutricionales si no se hace bajo la supervisión de un dietista-nutricionista.
En definitiva, si no existe ninguna alergia alimentaria, la recomendación nutricional es seguir una alimentación saludable y equilibrada, que debe estar basada en productos vegetales, cereales integrales, legumbres y frutos secos, reduciendo en lo posible la presencia de productos ultraprocesados y azucarados.

Efectivamente para perder peso es necesario disminuir las calorías que se ingieren, aumentar las que se gastan y/o mejorar la calidad nutricional de la dieta, dependiendo de las necesidades que cada uno tenga. Lo ideal sería mejorar todos estos aspectos.
Como recomendación general, te podemos decir que la base de nuestra alimentación deben ser alimentos de origen vegetal, integrales, de temporada y de origen cercano. Es decir, si basamos nuestra alimentación en frutas, hortalizas, cereales integrales, legumbres, frutos secos, aceite de oliva virgen como grasa de adición y agua como bebida de elección, y limitamos al máximo productos azucarados, bollería, embutido, etc.; conseguiremos una alimentación equilibrada y de calidad. Todos estos alimentos tienen un contenido nutricional beneficioso, aportando hidratos de carbono complejos (cereales, legumbres), grasas cardiosaludables (aceite de oliva, frutos secos), proteína vegetal (legumbres, frutos secos, cereales), y todos ellos fibra, vitaminas y/o minerales, además de fitoquímicos, que son sustancias bioactivas con efectos beneficiosos para nuestro organismo (antioxidante, antiinflamatorio, antitumoral, etc.); y la mayor parte de ellos aportan pocas calorías, y aquellos que son más calóricos deberán tomarse en raciones bastante menores, pero al provenir de nutrientes de calidad no tendrán un efecto negativo sobre nuestro peso y grasa corporal, de hecho, el ensayo PREDIMED ya puso de manifiesto que incluir aceite de oliva virgen y frutos secos a diario, no solo no hace que aumente el peso corporal si no que mejora la composición grasa del organismo, aumentado el colesterol HDL (colesterol “bueno”), y disminuyendo el colesterol LDL y los triglicéridos, por ejemplo. Podemos añadir a nuestra alimentación, en la cantidad y frecuencia adecuada, huevos, pescados (sobre todo pescado azul), carnes magras (poco grasas) y lácteos sencillos, poco procesados, que nos aportarán proteína de alta calidad o grasa saludable.
En cuanto a lo que comentas del ejercicio físico, te recomendamos que intentes mantener un mínimo de actividad física, ya que sus beneficios van mucho más allá de ayudar a la pérdida de peso. No es necesario sacar grandes tiempos para realizar una actividad concreta, si no que puedes incorporarla a tu día a día: subir escaleras andando olvidándose de los ascensores, desplazarse andando o en bici, bajarse una o dos paradas antes del autobús, aprovechar los tiempos de ocio para hacer actividades que requieran cierto ejercicio (y si es al aire libre y en compañía, mejor que mejor), etc.
Para conseguir unos mejores resultados, te aconsejamos acudir a un dietista-nutricionista que evaluará tu estado nutricional, conocerá tus hábitos alimentarios y necesidades actuales, y propondrá un tratamiento dietético personalizado que garantizará cumplir los objetivos de forma saludable.

Las palomitas para hacer en el microondas, pero también las que se compran en el cine, destacan, sobre todo, por tener mucha sal. Si se abusa de este condimento, y es lo que sucede en nuestro entorno (las encuestas de consumo muestran que consumimos el doble de la cantidad máxima recomendada por los expertos), se incrementa el riesgo de padecer hipertensión arterial en un futuro. La hipertensión afecta a millones de españoles y predispone a sufrir eventos cardiovasculares. Además, como ha mencionado, estas palomitas “para microondas” contienen muchas grasas, en concreto, saturadas, y lo que es peor, en muchos casos grasas trans, es decir, grasas vegetales parcialmente hidrogenadas (aunque en Eroski las eliminamos de todos los alimentos de marca propia hace años). Este tipo de grasas se encuentran en algunos alimentos procesados y no solo no desempeñan ninguna función en el organismo, sino que aumentan el riesgo cardiovascular por encima de cualquier otro tipo de grasa, por lo que en muchos países se ha prohibido que estén en la cadena alimentaria. En España, han desaparecido o reducido notablemente de numerosos productos, pero aún es posible encontrarlas en algunos alimentos, como las palomitas para el microondas. Por último, tanto en este tipo de palomitas como en las del cine, es probable que también aparezcan altas cantidades de azúcares, debido al tamaño de los formatos, grandes bolsas o cubos XL, que incrementan de forma notable la cantidad de azúcares presentes y por tanto el riesgo de caries y sobrepeso. Por tanto, lo mejor es que compre el maíz envasado, las haga en una sartén con tapa y que añada solo un chorrito de aceite de oliva y una pizca de sal (o sin ella, pruebe). Quedan deliciosas, y pueden ser una opción saludable para entre horas.